viernes, 29 de junio de 2012

Una mirada a la izquierda peruana



Hace falta echar una amplia mirada a la actual izquierda peruana a fin de ubicar a sus miembros con exactitud. Por desgracia no hay muchos estudios sobre la izquierda peruana, y los que hay han sido escritos por los propios izquierdistas. Esto sin duda es un agujero negro en la sociología peruana, que también se encuentra tradicionalmente dominada por la izquierda.

Ocurre que los izquierdistas provienen típicamente de la Facultad de Letras de San Marcos, que ha sido durante décadas el alma mater de la izquierda peruana. Ellos han copado las publicaciones con mayor facilidad porque se desarrollan mayormente en ambientes académicos y en ONGs que publican mucho, como el IEP o DESCO, han tenido numerosos órganos de difusión y sus académicos escriben muy bien. En cambio los profesionales de derecha tienden a desarrollarse en carreras productivas y ambientes empresariales. Incursionan poco en el campo académico y escriben con un lenguaje nada amigable. Ocasionalmente prestan su pluma a algunos medios, y en la mayor parte de los casos, para dar opiniones profesionales muy concretas y elaboradas. De manera que es falsa esa impresión de que solo la izquierda tiene intelectuales. Se trata de una impresión engañosa por el hecho de que los de izquierda permanecen más en la vitrina mediática y son más fáciles de entender. En todo caso la izquierda tiene muchos intelectuales repetidos.

Sabemos que las facultades de Letras y Derecho de la UNMSM fueron las escuelitas del terror de la izquierda durante los años 70 y 80. Algo similar ocurría en otras universidades nacionales, como La Cantuta y San Cristóbal de Huamanga, de donde salieron las huestes de Sendero Luminoso. El terrorismo fue la consolidación académica y política de esa época de dominación izquierdista que se originó después de la posguerra, debido al impulso internacional que impusieron rusos y chinos compitiendo por dominar el planeta, en especial los países del Tercer Mundo y, en particular, Latinoamérica. A ello se sumó el efecto de la revolución cubana a principios de los 60. Entonces parecía que el socalismo era el pensamiento correcto y el destino final de la humanidad. Los románticos y los ilusos se enamoraron de la propuesta de justicia social y reivindicación popular que prometían los comunistas, aunque su mensaje no escondía su camino de violencia criminal mediante la lucha de clases y la conquista del poder por las armas. Peor aún, la izquierda alentó un culto por la violencia con lemas como "El poder nace del fusil" que se lució en lo alto de la Facultad de Letras de la UNMSM por tres décadas, mientras que en la puerta de ingreso una estatua del Che cargando un fusil recibía a los estudiantes. El camino a la tierra prometida de la izquierda pasaba pues, inevitablemente, por una revolución sangrienta y terminaba en una dictadura absolutista. Curiosamente, miles se enamoraron de esa aberración.

Con esa ideología se formaron los jóvenes de los 60, 70 y 80 en las universidades peruanas. Ellos, los de la foto, fueron realmente los primeros “pioneritos”. En aquellos días prácticamente no habían más que universidades nacionales. Las privadas aparecieron tímidamente en Lima a mediados de los 60 pero con muy contadas facultades y escasa capacidad. Sin embargo algunas también se infectaron rápidamente de izquierdismo, con raras excepciones como la U. de Lima y la del Pacífico que siempre se mantuvieron ajenas a la política y muy orientadas a la empresa. En cambio la Pontificia Universidad Católica del Perú, la universidad privada más antigua, estaba ya inmersa en la ideología de izquierda. Toda esa juventud de los 60, 70 y 80 que leía a Marx, Lennin y Mao, y se adoctrinaba con extensos mamotretos ideológicos para la gran revolución armada, de pronto se sintió bastante desorientada cuando el general Juán Velasco Alvarado les ahorró el baño de sangre al tomar el poder mediante un golpe de Estado en octubre de 1968 e iniciar una revolución de corte socialista. Sin embargo, entre la variopinta izquierda nacional hubo, como siempre, sectores que condenaron al gobierno militar por revisionista, reformista y otras exquisiteces retóricas bastante retorcidas.

La izquierda siempre fue un sector dividido y divisionista. En medio de una ferviente mitosis los grupos se partían en facciones múltiples alegando desviaciones a la doctrina o buscando la mejor vertiente del marxismo con la mejor interpretación de los textos sagrados. Los clásicos izquierdistas de universidad andaban siempre con un libro marxista bajo el brazo, por lo que se ganaron el apelativo de "sobaco ilustrado". En esos tiempos era muy fácil encontrar libros marxistas porque abundaban y hasta se repartían gratuitamente como biblias gracias al apoyo de la URSS y otras potencias socialistas. También circulaban revistas con el estilo LIFE pero de origen socialista, como la famosa "Albania Socialista", donde se ilustraba con amplias fotos el supuesto progreso del socialismo bajo la égida gloriosa de Enver Hoxha. Durante los 70 en la UNMSM convivían alrededor de medio centenar de agrupaciones políticas de izquierda, con curiosos apelativos como moscos, troskos, albaneses, pukallactas, etc., todas delirantes y revoltosas. Un chiste de aquellos días preguntaba “¿cómo murió el último trotskista? Se partió en dos”. Algo de aquellos días se narra en las novelas de Mario Vargas Llosa "Conversación en la Catedral" y quizá mejor aún en "Historia de Mayta". 

Entre todos los grupos de izquierda se acusaban, criticaban y hasta combatían, provocando frecuentes enfrentamientos en los patios, los que muchas veces acababan a balazos. Se peleaban por dominar el comedor o la residencia para controlar a los provincianos, por apoderarse de las paredes y las vitrinas para predicar, y apoyaban las protestas sindicales de toda índole para infiltrarse y gritar sus propias consignas y reventar petardos. Es totalmente falsa la aseveración de la izquierda que sus protestas callejeras forzaron al gobierno de Morales Bermúdez a convocar a elecciones. Esta entró desde el principio con un cronograma electoral de restauración de la democracia. Más tarde, en medio de ese caos de la izquierda apareció Sendero Luminoso, precisamente con el renacimiento de la democracia y durante la vigencia de una nueva Constitución Política que puso los derechos humanos por delante. La aparición de Sendero Luminoso fue pues inoportuna y anti histórica. Tanto en el ambiente nacional como en el mundial, se evidenciaba el fracaso de las tesis marxistas. Sin embargo los 80 fue la década del más sangriento fervor revolucionario urbano en toda Latinoamérica. Aunque en el Perú se vivió la versión más irracional y cruel.

Si bien la izquierda no supo cómo asumir el gobierno de Velasco, tampoco supo cómo asumir el accionar de Sendero Luminoso. Velasco había hecho las reformas socialistas pero sin una “dictadura del proletariado”. Aunque contaba con numerosos asesores de izquierda en la burocracia, no había un Partido Comunista en el poder. Velasco pretendió sustituir esta carencia con el SINAMOS e inició la prédica sobre una “democracia social de participación plena” cuyo objeto era eliminar la tradicional democracia representativa y a los "viejos" partidos políticos. Fue allí cuando comenzó la destrucción sistemática de la democracia peruana y de los partidos políticos, y no con Fujimori, como afirma hoy la izquierda. Por el contrario, Fujimori fue la primera expresión de la crisis manifiesta de los partidos tradicionales y del papel perturbador de la izquierda en la democracia, pues al no tener opción electoral se inclinaba siempre por llevar su contrapeso hacia el candidato que competía con la derecha liberal, sin importar quién fuera. 

La aparición de Sendero Luminoso en los 80 fue francamente tardía e impertinente. El mundo ya no estaba para esa clase de revoluciones ni el Perú, después de la revolución velasquista, se hallaba en la situación teórica imaginada por los senderistas. La Unión Soviética se desgastaba y desangraba en la absurda guerra de Afganistán, incapaz de competir con los EEUU de Ronald Reagan y su Guerra de las Galaxias, ni con toda su novedosa tecnología espacial de trasbordadores reusables. Los soviéticos quedaron fuera de competencia no por incapacidad tecnológica sino económica. La primera víctima del desastre económico soviético fue Cuba, pues se quedó sin la abundante ayuda que los mantuvo con vida durante casi treinta años. De inmediato Cuba empezó a desfallecer. Por otro lado en China la Banda de los Cuatro había sido apresada y Deng Xiaoping impulsaba reformas abriendo la economía china al mundo, acercándose al libre mercado. Mientras que los lunáticos de la izquierda en el Perú se pasaron tres décadas debatiendo el inicio de la lucha armada, ya el mundo había cambiado, el socialismo estaba en crisis y las evidencias del fracaso se apreciaban con mucha cercanía en Cuba. Lo cierto es que no hubo necesidad de esperar tantos años para comprobar el fracaso del modelo socialista. Desde el principio el socialismo fue un modelo detestado por la gente. Por ello tuvieron que recurrir a la vergüenza de construir con apuro el tristemente célebre muro de Berlín para detener la huida masiva de la población hacia la libertad. Lo mismo ocurrió con los cubanos que se lanzaban al mar para escapar hacia los EEUU, haciendo famoso el término “balseros hacía la libertad”. En 1980 diez mil cubanos invadieron la embajada del Perú en La Habana tratando de escapar de la isla. Muchos de ellos llegaron a Lima y fueron alojados en carpas en el parque zonal Túpac Amaru, donde permanecieron por años.



La caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 significó el fin definitivo de un sistema insostenible. Sendero Luminoso operó en la década de la agonía final del socialismo en el mundo, sin líderes históricos ni guías espirituales ni apoyo económico ni modelos que seguir. Había empezado un accionar completamente fuera de lugar, desfasado del contexto mundial y sin sustento histórico. En el Perú se había iniciado una nueva etapa de democracia con una Constitución que proclamaba los Derechos Humanos en su primer capítulo. En general la izquierda peruana fue incapaz de analizar la nueva realidad del mundo y del Perú, no supieron procesar las evidencias ni modificar su doctrina. No lo han hecho aún. Siempre estuvieron ajenos a la realidad nacional por insistir en su adoctrinamiento a base de textos ideológicos extraños y empeñados en perseguir una quimera teórica. Siguieron repitiendo sus consignas a lo largo de los años 80, y así fue como los encontró el derrumbe mundial del socialismo. Pocos años después, con el apoyo de la izquierda y en firme oposición a Mario Vargas Llosa, tomaría el poder Alberto Fujimori. En apenas dos años las facciones radicales de la izquierda peruana serían derrotadas definitivamente, y sus líderes apresados.

En el siglo XXI, luego de la caída del fujimorismo, la izquierda peruana resurgió lentamente pero convertida en una variedad de nuevas formas. Básicamente los partidos se habían extinguido para dar paso a una nueva variante política menos evidente conocida como ONGS, vinculada al accionar académico y mediático de la nueva clase política de izquierda, los llamados “caviares. Estos se distinguían por pertenecer a una clase académica cultivada, con un pensamiento no necesariamente marxista pero muy críticos del libre mercado y a favor de las nuevas preocupaciones de la izquierda: los derechos humanos y el medio ambiente. Ambas se volvieron las nuevas causas de moda y se usaron políticamente para perseguir a los militares como para oponerse a los proyectos de desarrollo. Fue una moderna prédica continental liderada y apoyada por los organismos internacionales como la OIT y la OMS, que ya habían sido infectados por los rusos en los años 70 y 80. Estos organismos han sido los rectores de la implantación de nuevas políticas a nivel de los países del tercer mundo, pues la mayor parte de ellos son muy proclives a firmar los acuerdos y convenios que se promueven en las conferencias mundiales.


La nueva izquierda peruana se alineó fácilmente con las nuevas corrientes continentales. La razón no es muy difícil de adivinar, pues en todos lados se vivió el renacer de ONGs que eran alimentadas por las mismas instituciones y para los mismos fines. Es decir, el color del dinero determinó las tendencias de todas estas ONGs, Si bien Marx fue escondido en el baúl y las palabras "socialismo" y "comunismo" adquirieron una acepción negativa para la sociedad, y con justa razón, por lo que fueron retiradas del vocabulario habitual, la izquierda renació con un nuevo lenguaje dedicado al medio ambiente y a los derechos humanos. Ya no se hablaba de la lucha de clases sino de la defensa de los derechos humanos, y estos empezaron a multiplicarse de manera sorprendente. Casi todo fue declarado un derecho. Ya no se hablaba de derrotar al capitalismo y al imperialismo yanqui sino de defender el medio ambiente. La ecología pasó a ser el nuevo discurso con el que se oponen radicalmente a cuanta empresa transnacional penetre el país. Más aún, empezaron a hablar de democracia y libertad de expresión, por lo menos a hablar, pues no se ha visto que la respeten en los hechos cuando llegan al poder.

El nuevo escenario de la izquieda en el Perú del siglo XXI nos permite identificar claramente al menos tres sectores, a los que siempre me refiero como rojos, progres y caviares. Daremos algunos estereotipos.

Los "rojos" son los comunistas marxistas declarados, convictos y confesos, que no han cambiado en lo absoluto y permanecen con las mismas consignas y programas de mediados del siglo pasado. Siguen declarándose comunistas y mantienen el nombre de Partido Comunista o Socialista. Por lo general son escritores panfletarios, amantes de las banderas rojas, dispuestos a la acción directa y violenta de tipo subversivo, y aparecen siempre detrás de todo conflicto laboral o regional. Es gente poco cultivada que exhibe su intransigencia y extremismo como su mayor valor político. Se agrupan en partidos radicales como Patria Roja y sus derivados, con sus diversas expresiones sindicales como el SUTEP y la CGTP. Debido a que la sociedad no los tiene a bien ver, tienden a camuflarse en cada elección bajo nuevas denominaciones y organizaciones de fachada electoral. Esto les ha permitido generar una gran cantidad de organizaciones que carecen de estructura partidaria pero sirven como feudo personal a determinados líderes.

Los “progres”. Diminutivo de “progresistas”. Son comunistas reciclados que ya no invocan su marxismo pero mantienen su filiación ideológica intacta. Se desenvuelven en el campo académico y político, sirven como asesores y burócratas, muchos de ellos tienen una historia de violencia y hasta carcelería purgada, pero están reformados a la vida civil con maquillaje de oficinistas envejecidos. Cargan una larga historia de vida partidaria a lo largo de los diversos grupos políticos que la izquierda radical de los 70 llegó a formar, y hoy todavía viven soñando con el partido único de la izquierda peruana. Podemos extender el término a algunos jóvenes marxistas, pero estos son muy escasos. Ya nadie lee a Marx. O simplemente ya nadie lee.

La política progresista se hace orientada siempre a objetivos sociales, con altas dosis de idealismo teórico y bajo el empleo de numerosos y novedosos conceptos de dudoso origen, siendo los más importantes de todos el de la “redistribución equitativa de la riqueza”, la "inclusión social", la "justicia distributiva" y la famosa “equidad”, entre muchos otros conceptos confusos. Los progresistas han abandonado el camino de la lucha armada resignándose a la participación electoral. Sin embargo no dudan en apoyar toda clase de manifestación popular que se presente enfrentándose al gobierno y desafiando el Estado de Derecho. Están definitivamente siempre a favor de las protestas y los marchantes, sea cual fuera la causa. Hasta sirven como soporte ideológico y jurídico de los rojos en su accionar violentista. Los progres mantienen todavía cierta debilidad sentimental hacía el caos social, la violencia y la anarquía, a la cual se refieren con otro de sus conceptos especiales: “democracia participativa y popular”.

Los caviares o la izquierda caviar.- Son sin duda los más mentados por ser los más criticados. Se trata de personajes muy especiales pertenecientes a la alta sociedad, muy bien educados en buenos colegios y universidades de prestigio, siempre con estudios en el extranjero y numerosos grados académicos. Viven por lo general dedicados a la vida académica y sirven eventualmente como asesores o ministros o acceden a cargos importantes en algún organismo internacional. Practicantes impenitentes del fariseismo, a menudo condenan la clase social a la que pertenecen y critican el estilo de vida que profesan, pero siempre mirando la paja en el ojo ajeno. Condenan retóricamente la discriminación social pero no dudan en practicarlo, sobre todo cuando es menester destacar sobre sus críticos, para lo cual apelan a sus títulos académicos cual modernos títulos nobiliarios que los eleva por encima de toda crítica. Son señalados básicamente por su doble moral e hipocresía social, pero también por su exquisita afectación y debilidad hacía algunas causas nobles y muy mediáticas como la de los gays, los niños especiales o los animales. Están siempre dispuestos a emprender jornadas de lucha que consisten en acciones tan simbólicas como insulsas, por ejemplo: conciertos por la paz, maratones en favor del SIDA, lavados de bandera, vigilias con velas, bicicleteadas en favor de los niños Down, chalinas de la esperanza y cosas por el estilo.

Si bien los caviares son personajes de alcurnia y clase social distinguida, han decidido abrazar la causa de izquierda porque sienten que eso les añade algo de caché a su perfil de intelectuales. Están convencidos que toda causa noble es una causa de izquierda. Hipersensibles ante cualquier muestra de sufrimiento y dolor, sienten que deben apoyar todas las causas a favor de los pobres y desamparados, así como de los animales en cautiverio, en peligro de extinción o atormentados en las corridas de toros o experimentos médicos. Desde luego no son ajenos a la sensibilidad frente al medio ambiente. No es extraño que sean dueños de alguna ONG dedicada a estas misiones de paz y caridad. Están además dedicados al estudio de problemas sociales que publican permanentemente, y son, obviamente, infaltables columnistas de los principales medios. Erigido sobre su propio pedestal dorado, el caviar se muestra como la conciencia ética y moral del país. Su palabra y opinión es fácil de adivinar. Son repetitivos y predecibles.

Los caviares nunca dudan en firmar cuanto comunicado en favor de alguna causa noble se publica. Pueden tomar parte de elegantes marchas pacíficas donde exhiben su compromiso social. Promueven el activismo social, las conferencias e iniciativas políticas. Respaldan toda acción de lo que llaman "la sociedad civil" y se comprometen con causas de buen gusto y exquisito nombre, como un "museo de la memoria". Conquistan a los jóvenes con mensajes llenos de cursilería progresista y esnobismo cultural, apelando a canciones de la nueva trova o poemas de protesta, con mensajes que aluden a la paz y el amor.

La izquierda populachera.- Son la cara opuesta a los caviares. En general carecen de toda preparación en la política y pueden tener una extracción muy humilde. No tienen ninguna preparación ideológica y a veces ni siquiera académica. Es simplemente gente que aspira a ingresar a la política y presiente que levantar las banderas de una izquierda populachera y demagógica es el camino más efectivo, por lo tanto se funda en toda clase de ofrecimientos a la sociedad o en la encarnación de toda forma de protesta y malestar social. La gente identifica la protesta con la izquierda. Por tanto, quienes aspiran a representar el descontento popular sobre cualquier causa, tienden a presentarse como representantes de izquierda. No se trata de una izquierda ideológica con grandiosas metas sociales y políticas de largo plazo sino una izquierda reivindicativa social muy concreta. Todo aquel que cree que la política es ofrecerle cosas concretas a la gente, siente que es de izquierda. Esta es la izquierda a la que pertenece Ollanta Humala, quien no se cansa de ir por el Perú regalando de todo como un Papá Noel de la política. Es una izquierda que ha convertido la política en una permanente acción de beneficencia social. Para esta izquierda la política es una tarea dedicada a ayudar a los más pobres.

La izquierda peruana en general representa a una ideología errática y confusa, y deriva siempre hacia una praxis política fracasada. Todavía tenemos entre la izquierda a terroristas activos, agitadores sociales, académicos confusos, dinosaurios que sueñan con el ayer, románticos y soñadores, etc. La mayoría de ellos son sobrevivientes de una clase política derrotada por la propia realidad, pero que persisten en sus ideas sin mostrar ningún aprendizaje. Todavía son estatistas, socialistas, demagogos, siguen con sus condenas a la prensa libre, a los famosos “grupos de poder” y a todos los fantasmas a los que se han pasado la vida combatiendo a tientas. Se complacen señalando la "crisis del capitalismo", el fracaso del sistema neoliberal, y todas esas cosas en que sueñan desde hace medio siglo. No han cambiado nada, desgraciadamente.

viernes, 22 de junio de 2012

Mentiras y miserias del ambientalismo de izquierdas





En los últimos quince años la izquierda latinoamericana ha sufrido una transformación sorprendente, y hasta ha recobrado el protagonismo perdido luego de la caída del muro de Berlín. Pero esta vez no se trata de nuevas fuerzas guerrilleras o renovados movimientos terroristas. Más aún, ni siquiera se trata de partidos comunistas enfrentados entre sí por la pureza de su credo y por la subvención de las potencias extranjeras que hoy ya no existen. No. Nada de eso. Por el contrario, hoy tienen un credo mucho más fácil y unificado, con un camino más corto hacía las adhesiones de jóvenes incautos y comunidades ingenuas. El comunismo latinoamericano ha sufrido una metamorfosis radical para adoptar el formato de inocentes movimientos defensores del medio ambiente y de los derechos humanos. Ese es hoy el nuevo empleo que han encontrado los ex guerrilleros, terroristas y agitadores de antaño. Pero no es que hayan abandonado sus ideales políticos y sociales, ni sus ansias de poder, ni sus instintos violentistas, ni sus sueños utópicos para dedicarse al cultivo de flores y a dar mensajes de amor al prójimo. No. Se trata de una novedosa estrategia de infiltración social y de manipulación de conciencias que ha empezado a cobrar cada vez mayor fuerza en toda la región. La defensa del medio ambiente y de los derechos humanos es pues el nuevo rostro del comunismo continental. Es hora de reconocerlo, señalarlo y darle una mirada más cercana a este novedoso fenómeno social que ha empezado a extenderse como una plaga peligrosa.

El verdadero ambientalismo surgió como un nuevo interés de la ciencia y la política en los años 70, como corolario final de las primeras leyes de protección ambiental que aparecieron en los EEUU y Canadá desde los 60. La creación del EPA (Environmental Protection Agency) -con rango ministerial- fue seguida por la aparición de nuevas especialidades académicas y una serie de interesantes innovaciones tecnológicas que atenuaban los impactos ambientales de la industria, por ejemplo en la aeronáutica y la automotriz (motores más eficientes, catalizadores de gases, combustibles más limpios, etc.), además del inicio de programas científicos de investigación de la capa de ozono, los mares y las especies en peligro, la creación de zonas protegidas, entre muchas otras iniciativas verdaderamente ambientalistas, que significaron el incremento del presupuesto del gobierno de los EEUU en un 45% en 20 años. En cambio, el actual ambientalismo de izquierda tiene muy poco o nada de ambientalismo real y mucho de escandaloso ruido. Se basa fundamentalmente en una recargada y vaga retórica general acerca del medio ambiente, untada con una gran dosis de teatralidad y dramatización. Al igual que sus viejas peroratas marxistas, también el discurso ambientalista de izquierda rebosa en consignas efectistas y frases repetitivas donde se mezclan algunos conceptos ambientales, siempre muy generales, con las típicas expresiones del socialismo latinoamericano, sin ocultar para nada el propósito radical de combatir y eliminar al capitalismo industrial. 

Como siempre, los intelectuales de izquierdas han creado todo un vocabulario novedoso en el que resaltan frases sugerentes, mezclando hábilmente conceptos ambientales y político sociales, como "justicia climática y social", "responsabilidad socioambiental", "derechos ambientales", "soberanía alimentaria", "modelo social de crecimiento sostenido", etc. Los documentos y discursos ambientalistas, propios de la izquierda ecológica, son piezas magistrales de la ambigüedad y la hipocresía, porque antes que preocupaciones ambientales destacan más sus propósitos de cambio del sistema político y económico, exigiendo un "nuevo orden económico mundial", que es la más vieja de las consignas remanentes del comunismo soviético. Esta fue la consigna que el comunismo soviético empezó a plasmar en medio de la Guerra Fría en cuanto documento y evento se organizaba en entidades como la ONU, la FAO, la OMS y otros, que luego se han repetido en foros regionales de Latinoamérica. Mucha gente joven ya ni siquiera sabe de dónde viene esta frasecita: "nuevo orden económico mundial". Lo que en realidad significaba era la propuesta de cambio del capitalismo por el socialismo. Lamentablemente ya sabemos que el socialismo es un fracaso total, en todas sus versiones. Pero la humanidad suele tener mala memoria y repetir la historia.

¿Cómo es que el comunismo mundial acabó convertido en ambientalismo? La historia es bastante simple. Al caer el muro de Berlín a fines de 1989 empezó el desplome mundial del comunismo, cuyos modelos empezaron a rodar unos tras otros cual fichas de dominó, hasta que en 1991 la poderosa y arrogante URSS dejó de existir, dejando un pestilente recuerdo de crímenes y horrores humanos desatados en nombre de la justicia social. Sin duda el comunismo es un insuperable ejemplo de la estupidez humana en busca del bien, y una muy triste muestra del nivel al que se puede llegar en la degradación humana por imponer unas ideas. Al fracaso de la URSS y sus satélites, debemos añadir los cambios ocurridos en China desde el apresamiento de la Banda de los Cuatro, a mediados de los 70, hasta la muerte de la viudad de Mao, Jiang Qing, en 1991, lo que significó la desaparición definitiva del ala dura del comunismo chino y el reforzamiento de las transformaciones que ya había iniciado Deng Xiaoping, liberalizando la economía y abriéndose al mundo. Fue la época en que Sendero Luminoso colgaba perros en los postes de Lima con carteles de "Muera el traidor Deng Xiaoping". Todo este panorama dejó sin piso y sin financiamiento a los partidos comunistas del mundo, acostumbrados a medrar de las ayudas económicas de estas potencias comunistas, incluyendo a la República Democrática Alemana y Cuba.

Ya sin financiamiento, ni guías, ni líderes, ni modelos que seguir los comunistas se quedaron pasmados. Solo les quedó un acabado Fidel Castro y una quebrada y miserable Cuba, junto a una humillante y vergonzosa Corea del Norte. Pero el estupor les duró pocos años. Los izquierdistas latinoamericanos acostumbrados ya a medrar del dinero ajeno, deambularon por Europa hasta que su gran olfato les permitió olisquear los enormes fondos que diversas instituciones mundiales destinan a financiar ONGs, esas organizaciones que canalizan las ayudas a los países del tercer mundo sin pasar por las burocracias estatales. Esa fue la única puerta abierta que encontraron. De inmediato el comunismo se alineó con dos clases de ONGs que les caía muy bien a sus fines políticos: la defensa de los derechos humanos y la defensa del medio ambiente. Por un lado tenían la oportunidad de emprender la defensa de los guerrilleros, terroristas y activistas de todo fuste e incluso llegar a instancias internacionales que ya existían en Latinoamérica, gracias al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, el cual fue establecido básicamente para controlar las tropelías de las dictaduras militares que se constituyeron en una plaga regional durante casi todo el siglo XX, pero que en muchos casos aparecieron como respuesta a la agresión del comunismo internacional mediante la guerrilla urbana y el terrorismo. Esto fue una constante impuesta por el comunismo a nivel mundial desde el inicio de la Guerra Fría hasta la caída del Muro de Berlín, y afectó principalmente a los países del tercer mundo, y básicamente a Latinoamérica. No hubo un país de Latinoamérica libre de la plaga del comunismo y su criminal accionar. El Perú fue sin duda la víctima principal de este accionar del comunismo a nivel regional entre los 70 y 80.

La defensa de los derechos humanos le permitió a la izquierda llevar a los tribunales a los gobiernos que los enfrentaron con las armas y, más aún, exigir reparaciones económicas y volver a la sociedad como víctimas. Por otro lado el ambientalismo le dio a la izquierda latinoamericana el pretexto perfecto para cambiar su mensaje de odio de clase, sin dejar de combatir al capitalismo y a las grandes empresas transnacionales, tan odiadas dentro de la perversión mental de la izquierda. Pero más aún: les facilitó el contacto directo con las comunidades y el apoyo de estas, cosa que jamás consiguieron durante su versión guerrillera o terrorista. Además resulta mucho más fácil llegar a los indígenas con un mensaje ambiental que con grotescas tesis político sociales que nadie entiende. No tienen pues ya que adoctrinar a las masas en la lucha de clases, ni trabajar en la formación de su conciencia social, ni ninguna de esas delirantes tareas que antaño ocupaban la mente retorcida del progresismo.

Ahora el mensaje es más simple. Basta con apelar a las viejas técnicas de convencimiento universal, tan bien utilizadas por la religión durante milenios: el miedo. No solo llenan de miedos a los indígenas sino también -lógicamente- les ofrecen el camino de la salvación. Hoy los modernos predicadores de la izquierda ambientalista convencen a los campesinos de que les arrebatarán sus tierras, envenenarán sus fuentes de agua, los arrojarán de sus comarcas, contaminarán hasta el aire enfermando a sus hijos. Cosas que, en parte, desgraciadamente son ciertas en muchos casos. Nadie lo duda. Y en gran medida por la ineficiencia e irresponsabilidad del Estado que incumple su función de supervisión ambiental porque no tiene el presupuesto para hacerlo. De modo que el comunismo tenía no solo el discurso perfecto sino las pruebas de su acusación. Aunque la acusación era solo dirigida a las grandes empresas y no al ineficiente Estado inoperante. Obviamente, la "solución" que plantea la izquierda, y el plato de fondo del discurso ambientalista es el consabido "cambio de modelo económico" o "nuevo orden mundial", que adopta el nombrecito de "economía verde". En otras palabras, un socialismo agrario.

El problema es que la solución del ambientalismo ecocomunista significa la instauración de un socialismo agrario en el que deberemos convertirnos en vegetarianos y olvidarnos de todas esas "sucias industrias contaminantes", lo que prácticamente significa el regreso a la Edad de Piedra. Ni siquiera podemos hablar de la Edad de Bronce, ya que para eso se necesita extraer minerales, y el ambientalismo ecocomunista se opone a toda forma de actividad "extractivista", pues erosiona los suelos y contamina las aguas, entre otros maleficios ecológicos. En realidad, dentro del ecocomunismo no existe ninguna idea clara de lo que ven como opción razonable. Se oponen prácticamente a todo, incluyendo carreteras, represas, hidroeléctricas, industrias que consuman energía fósil, etc., sustentados básicamente en una crítica radical y persistente de lo que denominan "el actual modelo de desarrollo extractivista primario exportador". Todo lo que se puede leer como propuesta suena más a paraíso idílico ingenuo.

"Lo que necesitan los pueblos y el planeta es una transición justa y sostenible de nuestras sociedades a un modelo que garantice el derecho a la vida y la dignidad de todas las personas, y entregue un planeta más fértil y vidas más plenas a las generaciones presentes y futuras. Una transición basada en los principios democráticos de la solidaridad, en particular con los más vulnerables, la no discriminación, la igualdad de género, la equidad y la sostenibilidad; que reconozca que somos parte de la naturaleza, a la que amamos y respetamos". 

Es imposible no advertir que el activismo ambientalista de izquierdas se sostiene en poco más que una visión infantil del mundo, sin propuestas serias que vayan más allá de la retórica y la poesía idealista. De hecho no les importa mucho el sustento serio de sus acusaciones ambientales, pues basta el efecto que produce en la gente. Han dejado de lado los argumentos técnicos y científicos, tanto en el análisis real de los problemas concretos como en la elaboración de las propuestas objetivas. Después de todo, si el mensaje tiene efecto ¿a quién le importa si es verdad? Basta con que la gente lo crea. Solo hay que repetir el mensaje una y otra vez. A los indígenas se llega con el mensaje del miedo y desconfianza por la actividad minera, y a los jóvenes con el mensaje de amor por la naturaleza y la vida. No hay forma de perder. Los discursos y mensajes son una cansina sucesión de consignas, sus documentos no pasan de ser una recopilación de los mismos conceptos maniqueos y pre fabricados, y todo eso se repite exactamente igual en cualquier contexto, en todos los países y en cada conflicto ambiental que generan los agitadores entrenados por las ONGs de izquierda, que cuentan además con folletos y manuales que se descargan de la web. Latinoamérica se ha llenado de estas organizaciones ambientalistas de izquierda como si se tratara de una epidemia. También la web se ha llenado de páginas ambientalistas de todo nivel, repitiendo los términos comunes de la defensa de la Madre Tierra o la Pachamama, apelando de una manera efectista a los mitos indígenas. Además suelen emplear un lenguaje tremendista y aterrador, incluso metiendo en un mismo saco fenómenos que tienen distinto origen.

"El desequilibrio del sistema climático da lugar a fenómenos extremos, más acusados y frecuentes de calor y lluvias, ciclones tropicales, huracanes y tifones, inundaciones y sequías intensas, pérdida de biodiversidad, corrimientos de tierras, aumento del nivel del mar, escasez de agua potable, periodos vegetativos mas cortos, menor rendimiento, deterioro o pérdida de tierras agrícolas, menor producción agrícola, pérdidas de ganado, extinción de ecosistemas y agotamiento de los caladeros, entre otros. Estos fenómenos dan lugar a crisis alimentarias, hambruna, enfermedades, muertes y desplazamientos, así como a la desapareción de formas de vida sostenibles. A esto se suma la introducción de los transgénicos, los monocultivos y la industrialización de la agricultura, fuertemente promovida por empresas transnacionales que suponen una grave amenaza para la estabilidad y diversidad de los ecosistemas. Además, esto acarrea la marginalización y el empobrecimiento de los pequeños campesinos y socava su soberanía alimentaria. La agricultura industrial tiene por objeto dar respuesta a la demanda mundial que procede del consumo excesivo, en particular en los países del Norte, y no a las necesidades básicas locales. Lo mismo puede decirse de las industrias pesqueras modernas, la silvicultura intensiva y la minería, que destruyen los ecosistemas, disminuyen la biodiversidad y arruinan la vida y los medios de subsistencia de las comunidades locales". 

Este apocalipsis mundial, según los ambientalistas de izquierda, se debe al excesivo consumo de sociedades opulentas en los países del norte, abastecidas por inescrupulosas empresas transnacionales que, hambrientas de lograr mayores ganancias, deforestan bosques, empobrecen tierras y perjudican la "soberanía alimentaria" de las comunidades originarias. Esta incesante competencia por satisfacer los crecientes mercados de consumo irracional ha llevado a los países a imponer tratados de libre comercio para facilitar seguir humillando a las comunidades y empobreciendo a los campesinos. Hay que cortarles el suministro a los ricos para que el mundo se arregle y cesen todos los males del clima mundial. ¿Cómo se logra esto?

El modelo de desarrollo que promueven estas instituciones no es sólo cuestión de “economía”. El paradigma económico imperante está directamente relacionado con un sistema de pensamiento que se basa en una imagen del ser humano como “ser económico”. Esta ideología la apoyan los grandes medios de comunicación y las empresas de mercadotecnia que promueven el egoísmo, la competencia, el consumo material y la acumulación ilimitada de riqueza personal sin prestar atención a las consecuencias sociales y ecológicas de tal comportamiento. Este sistema de pensamiento está íntimamente ligado a las corrientes de patriarcado y paternalismo. Si realmente queremos hacer frente a esta crisis, necesitamos entender que la especie humana forma parte tanto de la naturaleza como de la sociedad, y que no puede existir sin ellas. Por tanto, si queremos que la humanidad sobreviva, tenemos que respetar la integridad de la Madre Tierra y tenemos que esforzarnos por conseguir la armonía con la naturaleza y la paz dentro y entre las culturas. Somos, al mismo tiempo, ciudadanos de diferentes países y de un sólo mundo. Todos compartimos la responsabilidad por el bienestar presente y futuro de la familia humana y de todos los demás seres vivos. El espíritu de solidaridad humana y de parentesco con toda forma de vida se refuerza si vivimos de acuerdo con el principio de “Uno entre muchos”.

Parece evidente que este movimiento ambientalista se ha extraviado en un ensueño de opio, y que su prédica se parece más a la de una nueva religión de fanáticos adoradores del ambiente que a la de un organismo político serio y con ideas claras. También está en evidencia la inspiración marxista de su mensaje. Al final la gran mayoría de movimientos ambientalistas de izquierda hace gala del mismo nivel de perturbación mental característico desde la izquierda de viejo cuño guerrillera y terrorista. El problema es que los modernos ecocomunistas viven carentes de un guía o gurú que los lleve por el sendero luminoso del ambientalismo, tal como antes lo hacían Marx, Lennin y Mao en su macabro recorrido hacia el comunismo totalitarista. Hoy los ambientalistas de izquierda navegan por su cuenta en el océano de la retórica iluminista en busca del Paraíso del Socialismo Verde, convertido ahora en el sueño de la pureza de la Madre Tierra, sin empresas devoradoras que la exploten, sin industrias maléficas que extraigan su petroleo, su gas o sus minerales, para satisfacción de una sociedad perdida, consumista y pecadora. Hoy los perturbados chicos buenos de la izquierda ambientalista sueñan con una nueva Edad de Piedra del futuro. 


Dante Bobadilla Ramírez


1) Las citas fueron obtenidas del sitio: 
http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Cambio_Climatico/cambiemos_el_sistema_no_el_clima_declaracion_de_los_pueblos_en_klimaforum09

2) Se extrajeron algunos conceptos del libro "The Democracy Owners’ Manual" de Jim Shultz