viernes, 29 de junio de 2012

Una mirada a la izquierda peruana



Hace falta echar una amplia mirada a la actual izquierda peruana a fin de ubicar a sus miembros con exactitud. Por desgracia no hay muchos estudios sobre la izquierda peruana, y los que hay han sido escritos por los propios izquierdistas. Esto sin duda es un agujero negro en la sociología peruana, que también se encuentra tradicionalmente dominada por la izquierda.

Ocurre que los izquierdistas provienen típicamente de la Facultad de Letras de San Marcos, que ha sido durante décadas el alma mater de la izquierda peruana. Ellos han copado las publicaciones con mayor facilidad porque se desarrollan mayormente en ambientes académicos y en ONGs que publican mucho, como el IEP o DESCO, han tenido numerosos órganos de difusión y sus académicos escriben muy bien. En cambio los profesionales de derecha tienden a desarrollarse en carreras productivas y ambientes empresariales. Incursionan poco en el campo académico y escriben con un lenguaje nada amigable. Ocasionalmente prestan su pluma a algunos medios, y en la mayor parte de los casos, para dar opiniones profesionales muy concretas y elaboradas. De manera que es falsa esa impresión de que solo la izquierda tiene intelectuales. Se trata de una impresión engañosa por el hecho de que los de izquierda permanecen más en la vitrina mediática y son más fáciles de entender. En todo caso la izquierda tiene muchos intelectuales repetidos.

Sabemos que las facultades de Letras y Derecho de la UNMSM fueron las escuelitas del terror de la izquierda durante los años 70 y 80. Algo similar ocurría en otras universidades nacionales, como La Cantuta y San Cristóbal de Huamanga, de donde salieron las huestes de Sendero Luminoso. El terrorismo fue la consolidación académica y política de esa época de dominación izquierdista que se originó después de la posguerra, debido al impulso internacional que impusieron rusos y chinos compitiendo por dominar el planeta, en especial los países del Tercer Mundo y, en particular, Latinoamérica. A ello se sumó el efecto de la revolución cubana a principios de los 60. Entonces parecía que el socalismo era el pensamiento correcto y el destino final de la humanidad. Los románticos y los ilusos se enamoraron de la propuesta de justicia social y reivindicación popular que prometían los comunistas, aunque su mensaje no escondía su camino de violencia criminal mediante la lucha de clases y la conquista del poder por las armas. Peor aún, la izquierda alentó un culto por la violencia con lemas como "El poder nace del fusil" que se lució en lo alto de la Facultad de Letras de la UNMSM por tres décadas, mientras que en la puerta de ingreso una estatua del Che cargando un fusil recibía a los estudiantes. El camino a la tierra prometida de la izquierda pasaba pues, inevitablemente, por una revolución sangrienta y terminaba en una dictadura absolutista. Curiosamente, miles se enamoraron de esa aberración.

Con esa ideología se formaron los jóvenes de los 60, 70 y 80 en las universidades peruanas. Ellos, los de la foto, fueron realmente los primeros “pioneritos”. En aquellos días prácticamente no habían más que universidades nacionales. Las privadas aparecieron tímidamente en Lima a mediados de los 60 pero con muy contadas facultades y escasa capacidad. Sin embargo algunas también se infectaron rápidamente de izquierdismo, con raras excepciones como la U. de Lima y la del Pacífico que siempre se mantuvieron ajenas a la política y muy orientadas a la empresa. En cambio la Pontificia Universidad Católica del Perú, la universidad privada más antigua, estaba ya inmersa en la ideología de izquierda. Toda esa juventud de los 60, 70 y 80 que leía a Marx, Lennin y Mao, y se adoctrinaba con extensos mamotretos ideológicos para la gran revolución armada, de pronto se sintió bastante desorientada cuando el general Juán Velasco Alvarado les ahorró el baño de sangre al tomar el poder mediante un golpe de Estado en octubre de 1968 e iniciar una revolución de corte socialista. Sin embargo, entre la variopinta izquierda nacional hubo, como siempre, sectores que condenaron al gobierno militar por revisionista, reformista y otras exquisiteces retóricas bastante retorcidas.

La izquierda siempre fue un sector dividido y divisionista. En medio de una ferviente mitosis los grupos se partían en facciones múltiples alegando desviaciones a la doctrina o buscando la mejor vertiente del marxismo con la mejor interpretación de los textos sagrados. Los clásicos izquierdistas de universidad andaban siempre con un libro marxista bajo el brazo, por lo que se ganaron el apelativo de "sobaco ilustrado". En esos tiempos era muy fácil encontrar libros marxistas porque abundaban y hasta se repartían gratuitamente como biblias gracias al apoyo de la URSS y otras potencias socialistas. También circulaban revistas con el estilo LIFE pero de origen socialista, como la famosa "Albania Socialista", donde se ilustraba con amplias fotos el supuesto progreso del socialismo bajo la égida gloriosa de Enver Hoxha. Durante los 70 en la UNMSM convivían alrededor de medio centenar de agrupaciones políticas de izquierda, con curiosos apelativos como moscos, troskos, albaneses, pukallactas, etc., todas delirantes y revoltosas. Un chiste de aquellos días preguntaba “¿cómo murió el último trotskista? Se partió en dos”. Algo de aquellos días se narra en las novelas de Mario Vargas Llosa "Conversación en la Catedral" y quizá mejor aún en "Historia de Mayta". 

Entre todos los grupos de izquierda se acusaban, criticaban y hasta combatían, provocando frecuentes enfrentamientos en los patios, los que muchas veces acababan a balazos. Se peleaban por dominar el comedor o la residencia para controlar a los provincianos, por apoderarse de las paredes y las vitrinas para predicar, y apoyaban las protestas sindicales de toda índole para infiltrarse y gritar sus propias consignas y reventar petardos. Es totalmente falsa la aseveración de la izquierda que sus protestas callejeras forzaron al gobierno de Morales Bermúdez a convocar a elecciones. Esta entró desde el principio con un cronograma electoral de restauración de la democracia. Más tarde, en medio de ese caos de la izquierda apareció Sendero Luminoso, precisamente con el renacimiento de la democracia y durante la vigencia de una nueva Constitución Política que puso los derechos humanos por delante. La aparición de Sendero Luminoso fue pues inoportuna y anti histórica. Tanto en el ambiente nacional como en el mundial, se evidenciaba el fracaso de las tesis marxistas. Sin embargo los 80 fue la década del más sangriento fervor revolucionario urbano en toda Latinoamérica. Aunque en el Perú se vivió la versión más irracional y cruel.

Si bien la izquierda no supo cómo asumir el gobierno de Velasco, tampoco supo cómo asumir el accionar de Sendero Luminoso. Velasco había hecho las reformas socialistas pero sin una “dictadura del proletariado”. Aunque contaba con numerosos asesores de izquierda en la burocracia, no había un Partido Comunista en el poder. Velasco pretendió sustituir esta carencia con el SINAMOS e inició la prédica sobre una “democracia social de participación plena” cuyo objeto era eliminar la tradicional democracia representativa y a los "viejos" partidos políticos. Fue allí cuando comenzó la destrucción sistemática de la democracia peruana y de los partidos políticos, y no con Fujimori, como afirma hoy la izquierda. Por el contrario, Fujimori fue la primera expresión de la crisis manifiesta de los partidos tradicionales y del papel perturbador de la izquierda en la democracia, pues al no tener opción electoral se inclinaba siempre por llevar su contrapeso hacia el candidato que competía con la derecha liberal, sin importar quién fuera. 

La aparición de Sendero Luminoso en los 80 fue francamente tardía e impertinente. El mundo ya no estaba para esa clase de revoluciones ni el Perú, después de la revolución velasquista, se hallaba en la situación teórica imaginada por los senderistas. La Unión Soviética se desgastaba y desangraba en la absurda guerra de Afganistán, incapaz de competir con los EEUU de Ronald Reagan y su Guerra de las Galaxias, ni con toda su novedosa tecnología espacial de trasbordadores reusables. Los soviéticos quedaron fuera de competencia no por incapacidad tecnológica sino económica. La primera víctima del desastre económico soviético fue Cuba, pues se quedó sin la abundante ayuda que los mantuvo con vida durante casi treinta años. De inmediato Cuba empezó a desfallecer. Por otro lado en China la Banda de los Cuatro había sido apresada y Deng Xiaoping impulsaba reformas abriendo la economía china al mundo, acercándose al libre mercado. Mientras que los lunáticos de la izquierda en el Perú se pasaron tres décadas debatiendo el inicio de la lucha armada, ya el mundo había cambiado, el socialismo estaba en crisis y las evidencias del fracaso se apreciaban con mucha cercanía en Cuba. Lo cierto es que no hubo necesidad de esperar tantos años para comprobar el fracaso del modelo socialista. Desde el principio el socialismo fue un modelo detestado por la gente. Por ello tuvieron que recurrir a la vergüenza de construir con apuro el tristemente célebre muro de Berlín para detener la huida masiva de la población hacia la libertad. Lo mismo ocurrió con los cubanos que se lanzaban al mar para escapar hacia los EEUU, haciendo famoso el término “balseros hacía la libertad”. En 1980 diez mil cubanos invadieron la embajada del Perú en La Habana tratando de escapar de la isla. Muchos de ellos llegaron a Lima y fueron alojados en carpas en el parque zonal Túpac Amaru, donde permanecieron por años.



La caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 significó el fin definitivo de un sistema insostenible. Sendero Luminoso operó en la década de la agonía final del socialismo en el mundo, sin líderes históricos ni guías espirituales ni apoyo económico ni modelos que seguir. Había empezado un accionar completamente fuera de lugar, desfasado del contexto mundial y sin sustento histórico. En el Perú se había iniciado una nueva etapa de democracia con una Constitución que proclamaba los Derechos Humanos en su primer capítulo. En general la izquierda peruana fue incapaz de analizar la nueva realidad del mundo y del Perú, no supieron procesar las evidencias ni modificar su doctrina. No lo han hecho aún. Siempre estuvieron ajenos a la realidad nacional por insistir en su adoctrinamiento a base de textos ideológicos extraños y empeñados en perseguir una quimera teórica. Siguieron repitiendo sus consignas a lo largo de los años 80, y así fue como los encontró el derrumbe mundial del socialismo. Pocos años después, con el apoyo de la izquierda y en firme oposición a Mario Vargas Llosa, tomaría el poder Alberto Fujimori. En apenas dos años las facciones radicales de la izquierda peruana serían derrotadas definitivamente, y sus líderes apresados.

En el siglo XXI, luego de la caída del fujimorismo, la izquierda peruana resurgió lentamente pero convertida en una variedad de nuevas formas. Básicamente los partidos se habían extinguido para dar paso a una nueva variante política menos evidente conocida como ONGS, vinculada al accionar académico y mediático de la nueva clase política de izquierda, los llamados “caviares. Estos se distinguían por pertenecer a una clase académica cultivada, con un pensamiento no necesariamente marxista pero muy críticos del libre mercado y a favor de las nuevas preocupaciones de la izquierda: los derechos humanos y el medio ambiente. Ambas se volvieron las nuevas causas de moda y se usaron políticamente para perseguir a los militares como para oponerse a los proyectos de desarrollo. Fue una moderna prédica continental liderada y apoyada por los organismos internacionales como la OIT y la OMS, que ya habían sido infectados por los rusos en los años 70 y 80. Estos organismos han sido los rectores de la implantación de nuevas políticas a nivel de los países del tercer mundo, pues la mayor parte de ellos son muy proclives a firmar los acuerdos y convenios que se promueven en las conferencias mundiales.


La nueva izquierda peruana se alineó fácilmente con las nuevas corrientes continentales. La razón no es muy difícil de adivinar, pues en todos lados se vivió el renacer de ONGs que eran alimentadas por las mismas instituciones y para los mismos fines. Es decir, el color del dinero determinó las tendencias de todas estas ONGs, Si bien Marx fue escondido en el baúl y las palabras "socialismo" y "comunismo" adquirieron una acepción negativa para la sociedad, y con justa razón, por lo que fueron retiradas del vocabulario habitual, la izquierda renació con un nuevo lenguaje dedicado al medio ambiente y a los derechos humanos. Ya no se hablaba de la lucha de clases sino de la defensa de los derechos humanos, y estos empezaron a multiplicarse de manera sorprendente. Casi todo fue declarado un derecho. Ya no se hablaba de derrotar al capitalismo y al imperialismo yanqui sino de defender el medio ambiente. La ecología pasó a ser el nuevo discurso con el que se oponen radicalmente a cuanta empresa transnacional penetre el país. Más aún, empezaron a hablar de democracia y libertad de expresión, por lo menos a hablar, pues no se ha visto que la respeten en los hechos cuando llegan al poder.

El nuevo escenario de la izquieda en el Perú del siglo XXI nos permite identificar claramente al menos tres sectores, a los que siempre me refiero como rojos, progres y caviares. Daremos algunos estereotipos.

Los "rojos" son los comunistas marxistas declarados, convictos y confesos, que no han cambiado en lo absoluto y permanecen con las mismas consignas y programas de mediados del siglo pasado. Siguen declarándose comunistas y mantienen el nombre de Partido Comunista o Socialista. Por lo general son escritores panfletarios, amantes de las banderas rojas, dispuestos a la acción directa y violenta de tipo subversivo, y aparecen siempre detrás de todo conflicto laboral o regional. Es gente poco cultivada que exhibe su intransigencia y extremismo como su mayor valor político. Se agrupan en partidos radicales como Patria Roja y sus derivados, con sus diversas expresiones sindicales como el SUTEP y la CGTP. Debido a que la sociedad no los tiene a bien ver, tienden a camuflarse en cada elección bajo nuevas denominaciones y organizaciones de fachada electoral. Esto les ha permitido generar una gran cantidad de organizaciones que carecen de estructura partidaria pero sirven como feudo personal a determinados líderes.

Los “progres”. Diminutivo de “progresistas”. Son comunistas reciclados que ya no invocan su marxismo pero mantienen su filiación ideológica intacta. Se desenvuelven en el campo académico y político, sirven como asesores y burócratas, muchos de ellos tienen una historia de violencia y hasta carcelería purgada, pero están reformados a la vida civil con maquillaje de oficinistas envejecidos. Cargan una larga historia de vida partidaria a lo largo de los diversos grupos políticos que la izquierda radical de los 70 llegó a formar, y hoy todavía viven soñando con el partido único de la izquierda peruana. Podemos extender el término a algunos jóvenes marxistas, pero estos son muy escasos. Ya nadie lee a Marx. O simplemente ya nadie lee.

La política progresista se hace orientada siempre a objetivos sociales, con altas dosis de idealismo teórico y bajo el empleo de numerosos y novedosos conceptos de dudoso origen, siendo los más importantes de todos el de la “redistribución equitativa de la riqueza”, la "inclusión social", la "justicia distributiva" y la famosa “equidad”, entre muchos otros conceptos confusos. Los progresistas han abandonado el camino de la lucha armada resignándose a la participación electoral. Sin embargo no dudan en apoyar toda clase de manifestación popular que se presente enfrentándose al gobierno y desafiando el Estado de Derecho. Están definitivamente siempre a favor de las protestas y los marchantes, sea cual fuera la causa. Hasta sirven como soporte ideológico y jurídico de los rojos en su accionar violentista. Los progres mantienen todavía cierta debilidad sentimental hacía el caos social, la violencia y la anarquía, a la cual se refieren con otro de sus conceptos especiales: “democracia participativa y popular”.

Los caviares o la izquierda caviar.- Son sin duda los más mentados por ser los más criticados. Se trata de personajes muy especiales pertenecientes a la alta sociedad, muy bien educados en buenos colegios y universidades de prestigio, siempre con estudios en el extranjero y numerosos grados académicos. Viven por lo general dedicados a la vida académica y sirven eventualmente como asesores o ministros o acceden a cargos importantes en algún organismo internacional. Practicantes impenitentes del fariseismo, a menudo condenan la clase social a la que pertenecen y critican el estilo de vida que profesan, pero siempre mirando la paja en el ojo ajeno. Condenan retóricamente la discriminación social pero no dudan en practicarlo, sobre todo cuando es menester destacar sobre sus críticos, para lo cual apelan a sus títulos académicos cual modernos títulos nobiliarios que los eleva por encima de toda crítica. Son señalados básicamente por su doble moral e hipocresía social, pero también por su exquisita afectación y debilidad hacía algunas causas nobles y muy mediáticas como la de los gays, los niños especiales o los animales. Están siempre dispuestos a emprender jornadas de lucha que consisten en acciones tan simbólicas como insulsas, por ejemplo: conciertos por la paz, maratones en favor del SIDA, lavados de bandera, vigilias con velas, bicicleteadas en favor de los niños Down, chalinas de la esperanza y cosas por el estilo.

Si bien los caviares son personajes de alcurnia y clase social distinguida, han decidido abrazar la causa de izquierda porque sienten que eso les añade algo de caché a su perfil de intelectuales. Están convencidos que toda causa noble es una causa de izquierda. Hipersensibles ante cualquier muestra de sufrimiento y dolor, sienten que deben apoyar todas las causas a favor de los pobres y desamparados, así como de los animales en cautiverio, en peligro de extinción o atormentados en las corridas de toros o experimentos médicos. Desde luego no son ajenos a la sensibilidad frente al medio ambiente. No es extraño que sean dueños de alguna ONG dedicada a estas misiones de paz y caridad. Están además dedicados al estudio de problemas sociales que publican permanentemente, y son, obviamente, infaltables columnistas de los principales medios. Erigido sobre su propio pedestal dorado, el caviar se muestra como la conciencia ética y moral del país. Su palabra y opinión es fácil de adivinar. Son repetitivos y predecibles.

Los caviares nunca dudan en firmar cuanto comunicado en favor de alguna causa noble se publica. Pueden tomar parte de elegantes marchas pacíficas donde exhiben su compromiso social. Promueven el activismo social, las conferencias e iniciativas políticas. Respaldan toda acción de lo que llaman "la sociedad civil" y se comprometen con causas de buen gusto y exquisito nombre, como un "museo de la memoria". Conquistan a los jóvenes con mensajes llenos de cursilería progresista y esnobismo cultural, apelando a canciones de la nueva trova o poemas de protesta, con mensajes que aluden a la paz y el amor.

La izquierda populachera.- Son la cara opuesta a los caviares. En general carecen de toda preparación en la política y pueden tener una extracción muy humilde. No tienen ninguna preparación ideológica y a veces ni siquiera académica. Es simplemente gente que aspira a ingresar a la política y presiente que levantar las banderas de una izquierda populachera y demagógica es el camino más efectivo, por lo tanto se funda en toda clase de ofrecimientos a la sociedad o en la encarnación de toda forma de protesta y malestar social. La gente identifica la protesta con la izquierda. Por tanto, quienes aspiran a representar el descontento popular sobre cualquier causa, tienden a presentarse como representantes de izquierda. No se trata de una izquierda ideológica con grandiosas metas sociales y políticas de largo plazo sino una izquierda reivindicativa social muy concreta. Todo aquel que cree que la política es ofrecerle cosas concretas a la gente, siente que es de izquierda. Esta es la izquierda a la que pertenece Ollanta Humala, quien no se cansa de ir por el Perú regalando de todo como un Papá Noel de la política. Es una izquierda que ha convertido la política en una permanente acción de beneficencia social. Para esta izquierda la política es una tarea dedicada a ayudar a los más pobres.

La izquierda peruana en general representa a una ideología errática y confusa, y deriva siempre hacia una praxis política fracasada. Todavía tenemos entre la izquierda a terroristas activos, agitadores sociales, académicos confusos, dinosaurios que sueñan con el ayer, románticos y soñadores, etc. La mayoría de ellos son sobrevivientes de una clase política derrotada por la propia realidad, pero que persisten en sus ideas sin mostrar ningún aprendizaje. Todavía son estatistas, socialistas, demagogos, siguen con sus condenas a la prensa libre, a los famosos “grupos de poder” y a todos los fantasmas a los que se han pasado la vida combatiendo a tientas. Se complacen señalando la "crisis del capitalismo", el fracaso del sistema neoliberal, y todas esas cosas en que sueñan desde hace medio siglo. No han cambiado nada, desgraciadamente.

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