lunes, 5 de noviembre de 2012

La manipulación ideológica de la izquierda


Lo que más distingue al intelectual de izquierda es su tendencia natural a enmascarar la verdad con una nube de justificaciones retóricas maniqueas, apelando a la típica verborragia chapucera y a sus inconfundibles piezas de palabreo efectista, donde se ensalzan los valores de la moral y la justicia por encima de cualquier hecho y razón. Gracias a esta jerigonza dialéctica tergiversan la realidad a tal punto que el culpable resulta inocente y la víctima, condenable. La realidad queda sepultada bajo toneladas de palabras hábilmente escogidas para referirse a un paraíso idílico, fabricado con expresiones de delirio ensoñador que resuenan como una bella canción de amor, repleta de frases cautivadoras como justicia social, igualdad, derechos, dignidad, soberanía, que siempre van dirigidos al pueblo, a los más pobres y los más necesitados, etc. La manipulación ideológica alcanza de este modo ribetes de estafa inetectual en la pluma de muchos escritores de izquierda. Es como el arte de convencimiento que tiene un pederasta frente a un niño.

Este arte chapucero lo encontramos siempre en la prensa de izquierda para defender los disturbios callejeros, incluyendo el vandalismo de los jóvenes en sus marchas, donde pintarrajean paredes y estatuas en medio de su gesta revolucionaria. Se ha puesto de moda ponderar y enaltecer a los "indignados", colocados ya en el altar de la izquierda como representantes modernos y espontáneos de una generación que rechaza el status quo. No me sorprende en lo absoluto encontrar artículos de intelectuales de izquierda que, frente a las muestras de irracionalidad y salvajismo colectivo, e incluso frente a las muestras de censura sobre tales actos, terminan condenando la condena, relativizando la moral de los reporteros, burlándose de la indignación general y desacreditando los íconos culturales que han sido agredidos. Hacen defensa tenaz de la masa "indignada", de los marchantes y vándalos justificando la barbarie llamándola “derecho de protesta”, “rebelión legítima”, “fundamental aprendizaje juvenil de transgresión a las normas impuestas por un sistema que rechazan”, entre otras estupideces de igual calibre, siempre sin un mínimo de crítica racional.

Todo esto nos enfrenta a una muestra permanente de la clásica hipocresía y doble moral de izquierda. No solo debemos soportar masas histéricas, manifestantes delirantes, agitadores y oradores irracionales que carecen de propuestas concretas, sino que al final de toda esa lacra apocalíptica vienen los intelectuales de izquierda escribiendo laudatorios a las marchas y movilizaciones con sus consabidos conceptos idealistas sobre derechos del pueblo, justicia social, defensa de la vida, etc. 

Sería largo enumerar las diversas expresiones de maniqueismo, hipocresía y deshonestidad exhibidas por los intelectuales de la izquierda peruana. Por desgracia las carreras de Ciencias Sociales están dominadas por la izquierda. Universidades como la UNMSM y la PUCP han sido por décadas centros de adoctrinamiento de izquierda en las carreras de Ciencias Sociales y Derecho. No es por casualidad que la gran masa de intelectuales de izquierda esté conformada por sociólogos. Esta circunstancia ha generado que la mayoría de artículos en las revistas de CCSS tengan un clarísimo sesgo de izquierda. Por supuesto, debemos también incluir en este punto el infausto "Informe Final" de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, la CVR, confeccionada enteramente por intelectuales de izquierda con un nítido sesgo marxista, al punto de exculpar a Sendero Luminoso y acabar culpando de la violencia terroristas a la situación de miseria de los Andes. Lo cual no les impide reconocer, desde luego, que Sendero Luminoso inició el conflicto y carga con la mayor responsabilidad de muertes, aunque por poco le asignan tan solo la mitad de las muertes.

No es difícil hallar gente desprevenida que cree ciegamente en el Informe Final de la CVR, e incluso en una supuesta "neutraildad" de ella debido a que le carga una mayor cuota de muertes a Sendero Luminoso, como si este solo detalle fuera una prueba de neutralidad en su enfoque. No lo es. El análisis central de la CVR con relación al fenómeno terrorista vivido en el Perú es netamente marxista. Por ello existe un amplio sector que ha denunciado ese informe. Y por eso mismo se impone la necesidad de que exista otro informe y otra Comisión que aborde el fenómeno desde una perspectiva no marxista. Pero esto es algo que los medios de izquierda rechazan, tergiversando el debate ideológico para mostrar las discrepancias como una conjura política. Hay pues una evidente deficiencia en la forma de entender la realidad desde los sectores de la academia. Mientras que los profesionales de CCSS sigan siendo, más que formados, adoctrinados en el enfoque marxista de la realidad, nunca podremos tener una visión objetiva de la realidad.

Se requiere un estudio riguroso de esta situación de evidente desequilibrio de enfoques en el análisis de las realidades sociales y políticas del país y de toda Latinoamérica, porque este fenómeno se repite en casi toda la región. Los estudios que abordan diversos aspectos y fenómenos de nuestra realidad social ofrecen un claro sesgo hacia la izquierda por la predominancia del enfoque marxista en las carreras de CCSS. Uno de los mayores esfuerzos por desmitificar a los intelectuales de izquierda es sin duda el magistral libro de Karl Popper “La sociedad abierta y sus enemigos“, sazonado incluso con calificativos de grueso calibre que, a mi juicio y gusto, están no solo justificados sino merecidamente bien puestos. Pero necesitamos esta clase de análisis y confrontaciones en otros niveles y en el presente. Ojalá que pronto podamos ver artículos que no solo confronten estas visiones de izquierda sino que aborden el análisis sin los amaneramientos mentales de los intelectuales de izquierda. Algo como lo que sí ocurre en la economía, donde se aprecia un equilibrio más ponderado de enfoques.

Realmente hacemos poco para contrarrestar la verborragia de los intelectuales de izquierda. Aun cuando en medio de la ignorancia muchos de estos son absurdamente elogiados y tenidos como sabios, y permitimos que tengan éxito en su retórica y doble moral. Peor aún, sus textos son usados por la academia, tal como ya se está enseñando el informe de la CVR. Incluso gran parte de la historia que se enseña en las escuelas es una absurda tergiversación idealista de la historia perpetrada por intelectuales de izquierda, como por ejemplo la exaltación vaporosa de la Revolución Francesa, un acto de masas completamente irracional que se caracterizó por la violencia descontrolada a cargo de muchedumbres histéricas que asaltaban todo lo que hallaban a su paso, asesinando autoridades para luego decapitar su cadáver y pasear su cabeza clavada sobre una picota en medio de júbilo.

El salvajismo criminal de las masas se extendió como una epidemia de enfermedad mental por todo Francia. Al cabo de quince días de masacres que tiñeron de sangre el Sena, la Asamblea aprobó ciertas reformas por temor a esas muchedumbres exaltadas, mejor dicho, se anuló todo lo vigente, incluyendo el calendario. Luego de la barbarie del populacho, producto de la pérdida de racionalidad con efervescencia emocional colectiva, aparecieron los clásicos intelectuales de izquierda para transformar la carnicería salvaje en heroica gesta del pueblo en busca de libertad, igualdad y solidaridad. Más aún, esa muestra de insanía colectiva fue señalada como el inicio de una nueva Era en la humanidad: La Edad Contemporánea. Desde entonces los intelectuales de izquierda nunca cesaron de elogiar a las masas hasta la idolatría, procurando hallar fórmulas para aprovechar su fuerza brutal.

Por supuesto, existen versiones más realistas que muestran que en esa famosa “revolución francesa” hubo de todo menos inteligencia y humanismo, y que nunca hubo grandes ideales en ejecución. Pero se vende más la versión romántica. Eso es lo que le gusta a la gente. Los historiadores novelistas que transforman la barbarie en gestas románticas son los que han tenido mayor éxito. Y esa escuela sigue vigente. Lo leemos a diario en las columnas de la prensa. Son los que tienen más seguidores en el botón “me gusta”. Esa es precisamente la especialidad de los intelectuales de izquierda: cambiar la verdad de los hechos apelando al sentimiento y a una aparente moral superior que todo lo justifica en aras de la "justicia social". Son expertos en engatuzar a la gente evitándoles la difícil tarea de razonar para hechizarlos con la simple mención de palabrítas mágicas como justicia, solidaridad, dignidad, soberanía, defensa de la vida, etc.

A pesar de todo, no es nada difícil comprobar que la realidad y la razón contradice el discurso de izquierda. Siempre ha sido así. Allí están las pilas de cadáveres que desde la revolución francesa se han ido acumulando a lo largo de la “Edad Contemporánea” en países como Rusia, China, Camboya, Cuba y… lamentablemente también en el Perú, entre otras naciones que siguieron o padecieron las recetas socialistas. Todo ello es muestra evidente de la profunda estupidez que conllevan las ideas de izquierda. Pero a pesar de las manifiestas pruebas de la falsedad del discurso de izquierda, estas siguen cautivando a las masas ignorantes y desprevenidas, y muy especialmente a los jóvenes, como siempre ha ocurrido. Nada es más fácil que montar un reality show en las calles o narrar una telenovela social donde fluye la pasión, el odio, la venganza y se sueña con el triunfo de la justicia y el amor. Para ello se requiere identificar a los buenos y los malos, los ricos y los pobres, los que más tienen y los que menos tienen, los poseedores y los desposeídos, etc. Muchos intelectuales de izquierda no son más que réplicas políticas y académicas de Corín Tellado y Delia Fiallo, escribiendo los mismos argumentos una y otra vez para la satisfacción de las masas incultas y apasionadas, y para los consumidores de sueños y quimeras.


1 comentario:

  1. Buen analisis. De acuerdo, el conocimiento del origen de los reclamos de la izquierda, sus propuestas que no son sostenibles. Es necesario tener un conocimiento de la propuesta del liberalismo clasico, que es la propuesta de gobierno viable.

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