viernes, 8 de julio de 2022

La generación bicentenario desapareció


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Es momento de calificar como "generación desaparecida" a los llamados "generación bicentenario", aquellos payasos jovenzuelos que salieron a marchar llorando por la vacancia de Martín Vizcarra, causando desmanes y atacando a la policía para permitir que la mafia caviar recapturara el poder. 

En aquella ocasión, una vez más los jóvenes hicieron el papel de tontos útiles de la izquierda. Ese parece ser su destino. Desde que entran a la universidad los infectan con el virus del progresismo y empieza su adoctrinamiento intensivo en el odio al sistema. Tras la vacancia de Vizcarra salieron a poner el pecho para que la mafia caviar recuperara el poder a cualquier costo. Nunca hubo ninguna "defensa de la democracia". Solo fue una defensa estúpida de los intereses de la mafia caviar. Los engañaron. Tampoco era la lucha contra un feroz dictador que tenía décadas oprimiendo al pueblo. Era una trifulca callejera para tumbar a un hombrecillo de pueblo salido de la nada, convertido repentinamente en presidente ocasional tras la vacancia del sinvergüenza de Vizcarra. Merino no era nadie, pero la narrativa progre lo convirtió en el artífice maléfico de un golpe, como si el pobre Merino tuviese algún liderazgo o la astucia de un Maquiavelo para controlar el voto de 105 congresistas. Absurdo. 

Pero ese fue el cuento que les contaron a estos ñaños del bicentenario para que salieran a excretar sus odios contra Merino "el dictador y golpista". Son tan ignorantes que se creen cualquier cuento que les dan como insumo para sus odios. Así los convencieron de soltar sus biberones y calzarse las zapatillas para "recuperar la democracia perdida a manos de un dictador". Nunca entendieron bien lo que pasaba en el país. Nunca supieron por qué Merino estaba con la banda presidencial. Solo repetían como zombies "Merino dictador" y "No me representa". ¿Quién podría representar bien a esta masa de borricos juveniles? No hubo que esperar mucho porque enseguida llegó el ignorante de Pedro Castillo para erigirse como su representante y presidente. Hoy deben estar felices. 

¿Dónde están ahora todos esos payasos imberbes que se creyeron hijitos predilectos de la madre patria? ¿Por qué no se ponen ahora las zapatillas para defender al país de esta banda de delincuentes e incapaces en el poder? Está desaparecidos. Nada se sabe de ellos. Y es que estos bobitos solo son arriados a las calles para defender los intereses del progresismo y de la mafia caviar oenegera. Solo para eso los convocan. Por eso salieron a defender al caviarón ministro Jaime Saavedra, gran aliado de las oenegés y los medios; a defender al fiscal de Odebrecht y admirador de los terrucos José Demente Pérez, y también a llorar por Martín Vizcarra, socio de la mafia caviar y el progresismo. Solo para esas ocasiones es que les abren las puertas del corral y los lanzan a las calles con sus pancartas. Y se creen revolucionarios.

Estos jóvenes siempre han servido como tontos útiles de la izquierda, acá y en el resto del mundo. Son fáciles de convencer y manipular con cuentos baratos. Por eso mismo los sacan una y otra vez para cacarear insultos contra Keiko y el fujimorismo, la peor amenaza de la izquierda en el siglo XXI. Para eso si fueron convocados por las oenegés pro terrucas, los centros federados, los partiduchos y movimientos de izquierda y la prensa vizcarrista. Así ha sido siempre. No son nada especiales estos jóvenes de hoy como han tratado de venderlos ciertos escribas del progresismo académico en sendos artículos farragosos de tono sociológico e histórico. Mucha gracia me causaban estos artículos que el año pasado proclamaban las grandiosas cualidades de una "nueva generación" que ha "tomado conciencia". 

¡Por favor! Esta es la peor generación de jóvenes que yo haya visto. Es la generación del Tik Tok y las redes sociales donde sus fotos y videitos ilustran toda su fatuidad, la que vive con el celular en la mano y el audífono en la oreja, desconectados de la realidad; la que aprende política con memes, la que ha sido adoctrinada por la izquierda progrecaviar y amaestrados como loros para repetir "Fujimori nunca más" y "Keiko corrupta". Esta es la generación con los mayores índices de problemas de aprendizaje y de conducta, la generación del TDAH, la generación que no lee ni comprende lo que lee, la que estudia en universidades basura o con docentes basura que han politizado la enseñanza. 

Esta generación es la de chicos que vivieron como reyes en un país con estabilidad económica y crecimiento sostenido, disfrutando de la paz, sin terrorismo ni hiperinflación ni huelgas generales. Es la generación que vivió en la abundancia, con centros comerciales modernos, supermercados abarrotados, con libre importación, Internet, electricidad y agua potable. Cosas que no habían antes de los 90. Esta generación no tiene idea de cómo suena un coche bomba, no sabe lo que es un apagón de varios días, ignora lo que es tener que estudiar con velas, nunca ha tenido que vivir con agua racionada, no sabe lo que es salir corriendo antes de la media noche para hacer cola en los grifos porque el ministro de economía acaba de soltar un paquetazo, no saben lo que es hacer cola toda la mañana para comprar dos tarros de leche y tres kilos de azúcar y arroz porque todo está racionado, no sabe lo que es vivir en una ciudad repleta de tranqueras que impiden el paso por miedo a los coches bomba.

Esta generación no tiene la puta idea de lo que nos costó recuperar la paz interna y externa, arreglar la economía, reconstruir el país y reestructurar el híper Estado quebrado. Pero en medio de su absoluta ignorancia y estupidez, y con sus cabecitas llenas de cuentos rojos, tienen el cuajo de creerse los "defensores de la democracia" cuando solo salen como borricos arriados para defender los intereses de la izquierda pro terruca, del progresismo delirante y de la mafia caviar. Lo que es a mi, esta generación me da mucha pena. Es la generación más ignorante, más engañada y manipulada de la historia.

domingo, 19 de junio de 2022

Los argumentos del progresismo

 

Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Los argumentos de izquierda agotan. No solo porque son siempre los mismos sino porque son tan burdos que da flojera responder. Pero haremos un esfuerzo educativo para aclararles el cerebro. Veamos los cuentos de izquierda que siempre se leen como comentarios en cualquier artículo progresista. 

Digamos primero que la izquierda está hecha de gente que vive eludiendo la responsabilidad. La base de su raciocinio es el clásico argumento conspiranoico que culpa al "sistema" de todos los males de la sociedad: los abusos, la desigualdad, el racismo, la usura, le envidia, los celos y hasta los juanetes. Es decir, todos los males que carga la humanidad desde que apareció en este planeta, y que la historia registra desde antes de la aparición del capitalismo, son achacados por nuestros ingeniosos progres al "sistema", "el sistema neoliberal", el Satanás que debe combatirse con agua bendita socialista para que todo sea felicidad.

El primer error infantil del progresismo es confundir la naturaleza humana con el capitalismo. El capitalismo no creó el afán de lucro, el egoísmo, el deseo de superación, la ambición, la especulación, el riesgo, la usura, etc. Nada de eso es una creación del capitalismo sino todo lo contrario: el capitalismo es consecuencia de todos esos rasgos naturales de la humanidad, que son además los que han permitido el progreso, junto con otros componentes, claro está, entre los que se debe mencionar la libertad en primer lugar. El segundo error es anular todas estas características humanas creyendo que así se combate el capitalismo. Hacerlo no es combatir el capitalismo sino al mismo ser humano, y es precisamente lo primero que hacen los regímenes socialistas en aras de una sociedad utópica, donde no exista lo que llaman equivocadamente "lastres del capitalismo". Lo único que genera el socialismo es una sociedad castrada, sometida, anulada en sus virtudes y fortalezas, convertida en un corral de borregos sin iniciativa ni esperanzas ni ambiciones ni sueños, resignada a vivir alimentada por la mano de un tirano, como ocurre en Cuba y terminará ocurriendo en Venezuela, y ocurre cada vez más en la Argentina kirchnerista.

Sin embargo, otro error del progresismo es esquivar las culpas. Después de todo, son campeones esquivando responsabilidades. Siempre salen con cosas como "nunca hubo verdadero comunismo" o "nunca gobernó la izquierda". También afirman que el fracaso cubano es culpa del bloqueo norteamericano y que la crisis de Venezuela es un complot de la derecha, y dijeron lo mismo en los días en que Allende destrozaba Chile con sus experimentos comunistas. No, la izquierda nunca se equivoca, nunca han fracaso, jamás gobernó. Y lo mismo dicen en el Perú: la izquierda nunca gobernó. Bueno, aparte de esquivar culpas, esto es la tradicional ignorancia que suele ser parte del progresismo. No solo ya olvidaron quién es Abimael Guzmán sino que ignoran a Velasco Alvarado.

Así como muchos progres sostienen que el actual modelo es el implantado por Alberto Fujimori en los 90, y que nos ha permitido reducir la pobreza del 60% al 22% ampliando la clase media y mejorando el nivel de vida de millones, aun en los Andes, donde por fin hay un sector agrícola exportador, también podemos decir que el Perú sucumbió al modelo implantado por Velasco en los 70, con la funesta asesoría de connotados ideólogos marxistas, quienes montaron las tesis del socialismo eliminando y mellando la propiedad y la libertad. De modo que nadie puede decir que la izquierda no gobernó. No lo hicieron a través de un partido como el chavismo, pero implantaron casi todas las recetas del chavismo con el velascato, al punto que Hugo Chávez las aprendió acá en esos días. El chavismo no es más que un velasquismo del siglo XXI.

Pero lo más nefasto de la izquierda en el Perú es que mucho de ese modelo de los 70 sigue en pie. No todo se pudo revertir o no se quiso revertir. Además, hay cosas irreversibles, como la deuda agraria y los líos de propiedad de la industria azucarera, que nunca volverá a alcanzar el esplendor que tuvo en los años 60. También queda una mentalidad absurda en contra de la privatización de bienes y servicios que el Estado maneja y brinda en pésimas condiciones, apelando al discurso que el velascato impuso como dogma: el nacionalismo, los sectores estratégicos, garantizar la alimentación, y varias otras panfletadas por el estilo que los tontos repiten como loros, sin conciencia de la idiotez que dicen.

De modo que ese estribillo cansado del progresismo de que la derecha siempre gobernó es inexacto. Acá la derecha nunca ha tenido huevos para ir en contra del pensamiento políticamente correcto impuesto por el progresismo y la caviarada. ¿No están allí los mamarrachos ministeriales de cultura y del ambiente? ¿No les dieron gusto con el bodrio del Ministerio de la Mujer? Y eso lo hizo Fujimori. ¿Acaso no les dieron gusto para formar su circo de la Comisión de la Verdad para lavarle la cara a la izquierda violentista setentera, precursora del terrorismo? ¿No tienen ahora ese mamarracho ridículo del Museo de la Memoria, Tolerancia y de la Inclusión Social? No pudieron ponerle un nombrecito más huachafo. ¿No les dieron gusto eliminando la Ley Pulpín por una pataleta de niño malcriado?

De manera que no me vengan con ese cuento de que la derecha siempre gobernó y que la izquierda nunca gobernó. Ese discursito es solo para tontines que acaban de abrir los ojos y no han aprendido nada de la vida, pero ya creen que pueden dar cátedra cacareando consignas con el puño en alto. La izquierda siempre ha estado presente como un lastre de la política. Tienen peso en los medios donde los caviares abunda en columnas sobrevaluadas. Detrás de su disfraz de defensores de causas nobles y justas, influyen en las políticas públicas y en las promesas electorales. Llegamos al colmo en que todo el mundo se declara de izquierda y acaban infectando sus planchas y listas con especímenes rojos, como si fueran condimento del sancochado electoral. Lo que sobra en este país es gentita de izquierda. Lo que nos falta es gente que tenga los cojones para declararse de derecha y pensar como liberal. Así que cuando alguien me dice que es de izquierda, yo solo puedo sonreirme porque no hay nada más barato, simplón y vulgar que ser de izquierda y pensar como un súper héroe social que quiere salvar el planeta.